
"El 75% de todo el plástico utilizado está hecho de capas alternas muy finas: duro, blando, duro, blando, y así sucesivamente. Desde los años 50 sabemos que lo blando mantiene unido lo duro.
Lo que mostramos en el nuevo estudio es la facilidad con que esos conectores blandos se rompen incluso en condiciones de reposo, como en un vertedero. Una vez que esa capa se rompe, los segmentos duros no tienen adónde ir: se dispersan en el medio ambiente.
Estos trozos flotan por ahí y algunos acaban en el cuerpo humano. Las piezas más pequeñas atraviesan las células y llegan al núcleo, donde pueden empezar a alterar el ADN. Los nano y microplásticos, que parecen tener tamaños y formas similares a los del amianto, plantean la posibilidad de que puedan causar cáncer, cardiopatías/ictus y otras enfermedades".